
La Luna llena trae las mareas altas y con ellas las energías son muy fuertes. Existe aquí una mayor lubricación de los músculos y ligamentos, por lo tanto, mayor flexibilidad. Las lesiones que produzcan en estos períodos tardarán más en curarse que en otros. Además nuestra mente está muy activa, dispersa y falta de concentración, por lo que una práctica intensiva no es recomendable en esta etapa lunar.
Con la luna nueva las mareas son bajas y se produce una disminución en los fluídos corporales. Como consecuencia las articulaciones están más secas y limitadas. El cuerpo probablemente se siente agotado y la elasticidad se reduce. La energía disminuye y la calma se manifiesta. Es el momento para el descanso y la meditación.
Lo ideal es realizar Ashtanga en medio de los ciclos lunares cuando el flujo de energía o prana está en equilibrio.
La práctica constante de Ashtanga Yoga, no solo nos conecta con nosotros mismos. También nos ubica en correcta relación con el entorno y nos sincroniza con los ritmos naturales del universo. Nos unifica con Dios.
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